Los funcionarios (y las funcionarias) pueden parar el país

El gobierno de este país ha decidido meter un tajo a los funcionarios de esos que son de escándalo en su nuevo paquete de medidas antihumanidad. Lo que pasa es que como este es el país de la tontería máxima, hace muchos años que está de moda demonizar a los funcionarios, así que si les quitan a ellos, por parte de algunos parece como que no importa tanto, ya que nos agarramos al tópico, ese de que viven de la sopa boba sin dar un palo al agua y están todo el día tomando el café.

Mi madre es funcionaria. Claro que la miro con buenos ojos por ser mi madre, y es que la mareta de uno siempre es la mejor del mundo mundial, hace el mejor Cocido (reto a cualquier madre a hacerme un cocido, a ver si supera el de mi madre, dicho sea de paso) y es superfenomenal. Me consta que a mi madre le preocupa hacer bien su trabajo, muchas veces nos cuenta casos que le han sucedido (en la Agencia Tributaria, ni más ni menos) y cuando alguien tiene un problema no le despacha sin más, sino que incluso está en casa dándole vueltas al tema, a ver como se puede solucionar. Intenta hacer bien su trabajo y es muy atenta con el ciudadano. Está claro que no podemos juzgar a todo el gremio por mi madre, no sea que la madre de otro sea también funcionaria y se haya convertido en campeona mundial de sudokus. El caso es que en mi trabajo me veo obligado a lidiar muchas veces con la Administración Pública y con los funcionarios. Y también es justo decir que muchas veces me he encontrado con funcionarios que hacían bien sus tareas y me han dado atención amable. Por supuesto, me he encontrado también lo contrario, a funcionarios gilipollas que no saben atenderte, que escurren el bulto y que te hacen perder el tiempo. Al fin y al cabo es como todo, también me he encontrado camareros fenomenales y otros imbéciles, del mismo modo que tengo clientes fenomenales y clientes imbéciles.

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